Monday, July 23, 2012

Cada uno tiene su historia, su muerte, su abrazo.

Ha pasado demasiado tiempo desde aquel día en que dejé de vivir, solía ser solitaria, pero ahora claramente no sabía mis debilidades, ni mis fortalezas, en quien confiar y en quien dudar. Salí a cazar como todos los días una que otra víctima que nadie hecharía de menos, algún huérfano, alguna prostituta, algún indigente, simplemente a los que se les suele llamar escoria social, nadie los espera nadie los extraña, son perfectos con su sangre vital peliando por vivir cada segundo, luchando por querer estar un día más en su miseria, que es mejor que la muerte o al menos eso creen, son un querido elixir, más que los arrogantes o los suicidas que más bien sabe amarga...
No sabía mucho de mí ni de lo que podría llegar a ser, sólo sabía que debía alimentarme  todos los días y que mejor era hacerlo de quienes tenían pocas posibilidades de terminar bien, aprendí a alejarme de los ebrios, pues me dejaban extasiada y atontada presa fácil de las sombras.

Se dice que nadie nos conocía en las primeras décadas de nuestra aparición, claro como lo harían si apenas  lograban darse cuenta de que somos diferentes, hasta aquel día donde  Elisabeth Bathory fue evidenciada en sus gustos, un tanto diferentes. Fuimos perseguidos y algunos seres fueron cazados, aunque con un concepto diferente, todos eran brujos o satánicos, eso nos ayudó bastante a sobrevivir en la época de la ilusatración, donde se dejó de creer en esas fantasías, dejaron de perseguir a quienes se veían diferentes, pues surgieron muchos nuevos estilos de seres humanos, pero también surgieron nuevas criaturas que antes no se conocían.

Vagando en las fantasiosas páginas de libros y noticias que decían encontrar cadaveres de animales y humanos en rituales poco cristianos, logré deducir que no todo era ficción como antes lo creyera y que algo de eso me pertenecía, algo de esas historias era parte de lo que yo era o  de lo que tal vez más de una docena eramos, ¿acaso todos seremos creados de la misma manera?, nunca me atreví a realizar ese acto, pues no era quién para arrebatarle la muerte a un humano que sólo desea ver su fin de la forma más apacible posible. Nací o más bien morí en un período donde lo nuevo es atrayente lo que me ayudó bastante para poder sobrevivir. Seguí deambulando bastante tiempo por las calles de siempre, pequeñas, sombrías y alejadas del tumulto de gente, sin miedo a ser perseguida, pero ya cansada de consumir a las escorias sociales ingrese a un antro que había dejado de ir desde que estaba con vida, lleno de gente joven y curiosa, que le atrae la oscuridad sin saber que es lo que esta conlleva, jovénes que desean ser cazados, llenos de fantasías en sus mentes, así como yo en algún momento de mi vida, pero no saben que no es la vida eterna la que les depara conmigo, sino más bien el fin de los juegos infantiles.  Así comence a frecuentar estos lugares. Me acercaba a ellos hombres, mujeres en realidad no importaba mucho, un poco de simple coqueteo, lo suficiente para permitirme acercarme a sus cuellos, respirando cerca de sus rostros de forma pausada, rozando los labios con sus cuerpos tibios, mirado sus ojos llenos de expectación, mordisqueando sus pequeñas orejas hasta llegar a mi preciado alimento, sus cuellos, un poco de presión lo suficiente para que no se den cuenta  de nada y deleitarme con ese sabor metálico. Aprendí a  no matarlos, sino más bien a utilizarlos como ganado, era menos riesgo de ser encontrada por fanáticos religiosos, pues ya no existían cadaveres, y me di cuenta que la saliva borraba toda huella de mordida.

Fue en una de esas noches de caza, que lo conocí, un brujah, un tipo con gran mente, observé el lugar y entre tanto tumulto destacaba él, con bototos altos, pero no femeninos como todos los de por ahí, una chaqueta rota, suspensores, un gran estilo que me llamó la atención, miraba sin observar, él se acercó a mí, supo de inmediato que era, no preguntó y me arrastró de la cintura a un sitio con menos personas, me arrinconó contra una pared, no sabía que pensar, acaso este sería el verdadero fin de una existencia sin grandes logros ni de viva ni de no viva.  
De pronto habló.
 -¿quién es tu sire?-
 Sin saber que responder, le dije que no estaba segura, pues fui abandonada luego de ser creada. Entendió de inmediato.
 -casi eres un estorbo será mejor que subas unas generaciones-
 No entendí por qué lo dijo, si hasta ahora no me habían descubierto jamás hice nada tonto para llamar la atención, no nos había puesto en evidencia.

Esa noche me llevó donde un veterano más rápido y más inteligente, me explicó que la única manera de mejorar era matándolo y bebiendo de su sangre así podría disminuir mi generación, pues él era de una mucho más cercana a Caín, viendo lo aturdida que estaba me explicó de que se trataban los linajes y las generaciones en los vampiros y cuán importantes eran si queríamos salir libre de la yihad que se aproximaba,  no lo niego en mi desconocimiento no sabía si ir o no, aún ni siquiera habían sido pronunciado nuestros nombres, como arriesgarme a luchar y creer en alguien que no conocía, pero algo en él me hizo hacerlo. El veterano me reconoció él era un toreador, mi sire, lo odiaba por convertirme, lo odiaba por transformarme en algo que no pedí, yo sólo deseaba acabar con la historia, pero ya era tarde nada podía hacer, estaba decidido era mi forma de hacerlo pagar. Se abalanzó contra mí ser, pero me cubrí el rostro y sin darme cuenta lo que llevaba en mi muñeca me defendió, una pulsera hecha a mano, quedo extasiado por la belleza manual, aproveché y lo mordí, era la mejor sustancia jamás probada antes, pero claramente él era superior a mi en generaciones y por ende en fuerza y destreza, al sentir el mordisco me lanzó de una bofetada al suelo, salté por el aire y caí varios metros más allá, fue tanta la fuerza que sentí como el aire me cortaba partes de la piel, el brujah al darse cuenta de que era inútil mi pelea; pues estaba muy por debajo de las generaciones de Caín, casi al punto de ser un bastardo, asi era obvio que no sobreviviría ni un segundo más ni aquí ni mucho menos en la yihad, me agarro de la pierna y me arrastró a un costado bastante veloz, se mordió la muñeca, lo que me recordó mi nacimiento, al principio quice rehusarme a beber su sangre, pues los recuerdos me perseguían, pero con la otra mano me tomo la cara y me obligo a hacerlo, fue algo sensual y no pude evitar acceder, y posó su muñeca sobre mis labios dejando caer gota a gota su sangre, sin darme cuenta adquirí parte de sus fortalezas, me explicó brevemente que algo le guió a ese lugar esa noche, algo en mi presencia le indico que debía comenzar un clan si quería salir con vida de la yihad, que los grandes hermanos de caín iban a provocar, por lo tanto me necesitaba, pero sólo si lograba subir unas generaciones.
Me levanté y sentí de inmediato más fuerza en las piernas y en los brazos, como aumentaba la intensidad de mis sentidos, pude ir cuando se acercaba el veterano, me escondí sigilosamente lo deje caer de una patada, me rasgó la polera, pero después de más de una hora peliando, el veterano cedió al fin cayó, con las pocas fuerzas que me quedaban alcance su cuello y bebi su sangre, por mis venas se liberaban generaciones, me sentía renovada, preparada para cualquier tipo de caza...


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